Siendo alcalde mayor de la villa de El Escorial el licenciado Luis Muñoz, hubo un problema con unos canteros que le costó un disgusto. No se sabe muy bien porqué, un cantero vizcaíno y otros tres, fueron encarcelados. Uno de ellos se escapó y se refugió en una iglesia de la que finalmente lo sacó el alcalde mayor para encarcelarlo de nuevo.
Ordenó que se prepararan unos asnos para llevarlos a azotar como castigo. Los oficiales canteros, compañeros del vizcaíno, se rebelaron frente a una pena que consideraban humillante para un hidalgo. Se juntaron después de repicar campanas y llamar a los compañeros los suficientes como para levantar una bandera con capitán, como si fueran una compañía de tercios. Tal se puso la cuestión que consiguieron que se liberaran a los presos y mantuvieron en vilo a los responsables de la obra durante unas horas.